domingo, 12 de septiembre de 2010

Lost in translation

Bob Harris (Bill Murray) es un actor que conoció la gloria. Su cara, sus gestos, nos muestran que ese tiempo se fue. Por eso es que tiene que aceptar ir hasta Tokio para filmar una publicidad de whisky. En la capital de Japón, en medio de tanta gente y tanto cartel luminoso, Bob se encuentra solo, triste, abrumado.
Esto cambia cuando conoce a Charlotte (Scarlett Johansonn). Cómo no sentirse así (diría Solari) si esta chica es de lo más lindo que le ha pasado al planeta en los últimos años, junto con el nacimiento de Maradona y el peronismo.
Charlotte estudió filosofía y está allí, acompañando a su marido fotógrafo. Ella al igual que Bob, está en un período dubitativo, de falta, el famoso “no saber pa’ donde correr”.
El encuentro le dará cierto sentido a sus días. Hallarán un complemento el uno en el otro. Van a recorrer la ciudad, que se les irá haciendo más amigable, se van a mirar, deseándose, llegando esta relación a la máxima tensión en una tremenda escena en la que comparten la cama, distanciados, mirando el techo, con Bob acariciándole tímidamente el pie, quizás por no animarse a ir por más.
Coppola arma escenas con diálogos mínimos, cuenta a través de los silencios, las miradas, el soundtrack.

Linda peli, chiquita, interesante, en su momento fue muy barrileteada por los críticos: la amaban. Esto se vio reflejado en una gran cantidad de nominaciones y premios.

Bonus: el culotte de Scarlett y principalmente lo que éste cubre, en el primer plano de la escena de apertura del film, justifican por sí solos, la invención del cine.

Calificación: 3 Chettis



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