lunes, 22 de noviembre de 2010

El hombre de al lado

Un brazo. Una masa. Golpes. Pum! Pum! Pum! Rajaduras y finalmente, un hueco. La medianera, que separaba dos mundos demasiado distantes, ya no es lo que era.
“Unos rayitos de sol” es lo que necesita Víctor y para obtenerlos, nada mejor que meter una ventana en la pared que mira a la casa de su vecino Leonardo.
Víctor (Daniel Aráoz) es un vendedor de autos. Grasa hasta la manija, manipulador, grosero, psicópata. Leonardo (Rafael Spregelburd) es, en cambio, un refinado diseñador de muebles. Vive en la casa Curutchet (si la habremos dibujado, laaa), única obra construída, de Le Corbusier, en Latinoamérica. Todo su mundo de diseño, se viene abajo cuando aparece esta ventana, ese ojo hacia su vida, esa mancha en su blanquita y fría modernidad. Su vida se derrumba. Comienza a atrasarse en sus trabajos. Se da cuenta que no tolera a su mujer, quien no deja de pedirle “piquito” como anorgásmica expresión de cariño, su hija pre-adolescente no le da bola. Todo es un desastre.
Tanto Aráoz como Spregelburd son muy creíbles en sus composiciones. Hay varias escenas muy buenas, muy características de sus personajes: Leonardo escuchando música con su amigo (Juan Cruz Bordeau), llegando a niveles insoportables de snobismo (e ignorancia). Él mismo, aconsejándole a Lola, su hija, que se ponga el “cintu” (cinturón de seguridad). Víctor elogiando el sexo oral de su novia como “el mejor pete de zona norte”…
La Casa es la otra gran protagonista. Tan linda, tan moderna. Se respira la ciudad de La Plata. Los números en los carteles que indican las calles, el bosque, el clima de barrio-gran ciudad.
Una peli muy interesante con un final que te deja con la pera en el suelo, luego de mostrarte que no siempre el más loco, es el que lo parece…

Puntuación: 4 Chettis.