Travis Bickle (Robert De Niro, por aquellos años un clon de Messi) es un ex combatiente en Vietnam. Sufre de insomnio, lo que lo lleva a anotarse en una agencia de taxistas para aprovechar las noches, a cambio de quedarse dando vueltas en su cama o mirando el cielorraso.
Así vamos dando vueltas con el tachero, a lo largo de la ciudad de New York, esa que tan bien ratratara Lou Reed, en Dirty boulevard. Putas, proxenetas, mafiosos son parte del paisaje. Estos personajes a los que el bastante fascista Travis llama escoria.
De un comienzo en los que no quiere involucrarse con nadie, en completo acuerdo con el consejo de su compañero de parada: Don’t worry so much!, Bickle va dando lugar a un ser violento, bastante paranoico, obsesionado por hacer algo grande, por dejar atrás la abulia y la rutina.
Cuando logra dejar de lado la obsesión por un candidato presidencial, con quien trabaja la mina que le gusta, a la que intenta ganar llevándola a ver porno (qué te costaba ser un poco más sutil Travis?), pasa a querer liberar a una jóven prostituta (una Jodie Foster de 12 añitos!) de el manejo de su cafishio (grosssso Harvey Keitel).
Violencia, New York, De Niro. Otro clásico de el gran Marty. Lo único malo: no suena Gimme Shelter, como en casi todas las otras pelis del director ítalo- americano.
Puntaje: 3 y ½ Chettis.