Hafez Aladeen (Sacha Baron Cohen) es el líder de la
república de Wadyia. Con su larga barba, el excéntrico tirano mantiene a su
pueblo bajo un régimen que se aleja años luz de algo cercano a la democracia.
Mandando a asesinar a todo aquel que se le cruza, desde opositores políticos
hasta sus más cercanos súbditos (se rumorea que mató más gente que la lepra en
las épocas de Wallace) y arreglando de manera bochornosa toda competencia,
votación o disputa que se presente (está más sucio que el Alcalde Diamante),
Aladeen se regodea de sus riquezas y vive una vida de Rockstar, gracias a la
infernal cantidad de petróleo que contienen sus tierras africanas.
Pero cuando se descubre que Aladeen se está armando más que
Rambo y Chuck Norris antes de salir a cagar a tiros a un ejército entero ellos solos,
las Naciones Unidas se le van al humo con más violencia que Ruggeri al Chila en
el recordado San Lorenzo-Velez, en donde el Bamba “abrazó la bomba atómica”.
Las armas nucleares salieron a la luz, y aunque el falso Fidel Nadal le jura al
mundo que son inofensivas, Las UN arman una cumbre en Nueva York para discutir
estos delicados temas.
El dictador emprende su viaje muy tranquilo, sin sospechar
que su tío Tamir (Ben Kingsley), quien además es el original heredero del
trono, le tiene preparada una camucha más grande que la que le hicieron a Dj
Memo. El plan del calvo traidor es el siguiente: cambiar a Aladeen por uno de
sus dobles (el más boludo de todos, para ser exactos), y controlarlo luego para
declarar la democracia de Wadyia, y poder vender todos los pozos de petróleo de
la zona (que buen plan, Pity!!!).
En su visita a la tierra del Tío Sam, Aladeen es secuestrado
y torturado por uno de sus guardaespaldas (que está entongando con Tamir)
mientras que el doble toma su lugar. Pero cuando están por ajusticiar al líder
wadyiano, este logra escapar (aunque su barba no corre la misma suerte) y queda
sólo y perdido en la ciudad que nunca duerme (aunque en realidad si duerme
mientras corre). Con la ayuda de una joven humanitaria llamada Zoey (Anna
Faris) Aladeen intentará por todos los medios que la democracia no se acerque a
sus amadas tierras…
La peli es excelente, y nos hace reír durante 93 minutos. La
combinación explosiva de escenas flasheras, famosos invitados, humor tonto,
humor ácido, humor político y un humor más negro que Mario Baracus hacen que
supere a su aclamada predecesora “Borat”. Los chistes racistas, homofóbicos,
xenofóbicos y misóginos son moneda corriente y harían sonrojar al mismísimo Feiman.
Sacha está totalmente loco y no se entiende cómo carajo no se la censuraron, al
Comfer se le escapó la tortuga…
Risas de principio a fin, le doy 4 guiditos